Covid-19: oportunidad para repensar el Estado
Gastón Cummins U. ingeniero comercial
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Gastón Cummins U.
El dicho popular dice que no hay mal que por bien no venga.
El Covid-19 ha tenido consecuencias. Desde ya, el aislamiento que comenzamos a experimentar, la postergación del plebiscito constituyente y la inevitable crisis económica que golpea con fuerza la puerta son algunas de ellas. Esto nos da la oportunidad de pararnos a pensar con menos pasión y más altura de miras en lo que pasó durante estos últimos meses, para así proyectar un mejor país.
El progreso de los últimos treinta años, al disminuir drásticamente la pobreza, creó una enorme clase media. Pero ésta ha vivido de la mano del temor: a llegar a la jubilación y contar con pensiones paupérrimas, a contraer una enfermedad grave y perder el patrimonio para enfrentarla, a no poder dar a sus hijos una educación de calidad sin la cual la igualdad de oportunidades suena más a eslogan que a realidad cercana. ¿Cómo llegamos acá?
Una de las principales razones fue la incapacidad de nuestros políticos de abordar la reforma del Estado. Éste, con su gran ineficiencia, malgastó principalmente en burocracia su gigantesco aumento de ingresos de los últimos 30 años, en vez de crear una red de protección para los chilenos de ingresos medios, especialmente en previsión, salud y educación, única forma de lograr una clase media consolidada que dé estabilidad política.
No cabe duda, en el Chile post 73 lo que verdaderamente ha fallado es el Estado. Si no, como se explica que todo lo que ha mejorado, lo ha hecho al amparo de la iniciativa privada; lo que no, bajo el amparo del Estado. ¿Fue éste el único factor? No. También influyeron, entre otros, la decadencia moral transversal de cierta elite llamada a ser faro, pero que ha terminado siendo lastre; un sistema político que exacerba el presidencialismo no resolviendo los conflictos entre poderes; y la brecha entre el fuerte crecimiento económico de la población y su pobre desarrollo cultural.
En la falla del Estado se mezclan las culpas: la izquierda está interesada en transformarlo en un botín electoral y en hacerlo crecer hasta la hipertrofia; pero la derecha, en vez de reformarlo para transformarlo en un actor que resuelva los problemas de la gente, tiende a ignorar su rol apostando a que el mercado puede resolverlos sin más.
Sería útil que quienes no estamos ideologizados, lográramos ampliar el foco de la discusión y en vez de la controversia sobre una nueva Constitución, que no tiene cómo resolver los problemas reales del país, usemos esta oportunidad para pensar con más grandeza y hacer entender que un desarrollo perdurable, sustentable y con paz social, requiere, sí o sí, de un Estado moderno y al servicio de la gente.
No sabemos cuánto va a durar esta crisis sanitaria, pero se nos ha abierto una ventana inesperada. Usémosla y abramos en nuestro ámbito de acción el debate hacia lo importante.